Carta escrita por Elisabeth Pinel e inspirada por sus propias vivencias y por las vivencias de padres que participamos en una encuesta que nos hizo.Gracias Elisabeth,por dejarme compartirla en La Princesa.
Carta de una mamá a la sociedad:
Seguramente la mayoría de los que nos seguís en Facebook y los que no también, habréis sentido como han excluido a vuestros hijos, incluso en el seno familiar, antes y después del diagnóstico de vuestros hijos. Habréis sentido como las invitaciones a cumpleaños quedan reducidas pues generalmente solamente invitan a nuestros hijos los primos, también las invitaciones que nunca llegan. También que llegue el día de cumpleaños de tu hijo o hija y hay varias posibilidades: que el niño o niña no quiera (por problemas sensoriales), que te das cuenta de que solo puedes invitar a los primos, o que simplemente no tiene amigos y no tienes a quién invitar aunque tu hijo lo desee. Es triste, aunque no el mayor problema de la vida, pero es triste, y duele. Al menos así lo sentimos muchas personas.
¿Cuándo fue la última vez que vinieron a verte tus amigos? ¿Cuándo fue la última vez que os invitaron a algún evento? O cuándo fue la última vez que quisieron acompañarte al parque. Y cuántos se quedaban a tu lado u ofrecían su ayuda mientras tu hijo se tapaba los oídos. Entonces las llamadas y los mensajes o visitas cada vez son menos frecuentes. Y entonces te das cuenta de que no sabes lo que es hasta que no te ocurre o lo vives de cerca y convives con ello. Aunque realmente una nunca se acostumbra, no es que convivas, es que aprendes a vivir con ello.
Cuándo son pequeñitos es todo diferente y el resto de la sociedad los ve encantadores, pero ¿Qué pasa cuándo los niños crecen? ¿Qué pasa cuándo se convierten en adolescentes? ¿Qué pasa cuándo ya son adultos? Nada, que todo ha cambiado. Me gusta imaginar que algún día todo cambiará y que viviremos en un mundo mejor, dónde haya inclusión en todos los sentidos, dónde haya empatía, dónde no se juzgue y cuando nos veamos en algún problema en lugar de juzgar, de despreciar o señalar a nuestros hijos de maleducados se acerquen y nos ofrezcan su ayuda o que si no les gusta lo que ven que pasen de largo, porqué no llevan una etiqueta en la cara y porqué el autismo es invisible para quién no lo comprende ni lo conoce.
Y recordad, si no lo son ya, algún día serán adultos, y merecen una oportunidad, ni más ni menos que nadie. Vale la pena conocerlos. Y yo no cambio a mi niño por nada ni nadie en el mundo. ¿Realmente es tan difícil vivir en mundo mejor, más accesible, más humano, más inclusivo y con más respeto? Me gusta pensar que no y que esto cambiará. Llamadme soñadora.
Con cariño: E.P. La madre que parió a Álex, el niño de los ojos de cuento.
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